Jeacques Cousteau
Jacques Yves Cousteau, nacio en Saint André de Cubzac en 10 de junio de 1919. Oficial de la Marina francesa, oceanógrafo y director de documentales cinematográficos. Estudió en la Escuela Naval de Brest. Cousteau estaba prestando sus servicios a la Marina francesa como oficial de artillería cuando comenzó sus exploraciones marinas. En 1943 él y el ingeniero francés Émile Gagnan perfeccionaron el equipo de respiración de los buzos, un cilindro de aire comprimido conectado a la máscara de la cara a través de una válvula que regula la presión; este equipo permite al buzo estar bastantes horas debajo del agua (véase Buceo). Llevó a cabo numerosas campañas oceanográficas con su barco Calypso. Fue director del Museo Oceanográfico de Mónaco.
Calypso
Cousteau escribió muchos libros de divulgación del mundo submarino y realizó películas largas, cortometrajes y numerosas series para televisión. Tanto El mundo del silencio (1956) como El mundo sin sol (1966), ganaron el Oscar al mejor documental del año. Pionero en la promoción de campañas para la defensa del planeta, en 1991 recibió en España el Premio Cataluña que otorga el Institut d’Estudis Mediterranis (Instituto de Estudios Mediterráneos), dependiente de la Generalitat (Parlamento catalán).Murio en el año 1997.
Inventor del buceo autónomo ha dado a conocer al mundo entero la vida exuberante y silenciosa de los océanos que surcó durante cuarenta años. Miembro de la Academia Francesa, autor de decenas de libros y películas -entre ellas El Mundo del Silencio, Palma de Oro de Cannes en 1956-, era además un defensor acérrimo del planeta y de la ecología. Falleció el 25 de junio de 1997 a la edad de ochenta y siete años.
Antes del comandante Cousteau, no se conocía más que la superficie del océano y sus profundidades constituían un mundo desconocido y amenazador. No es casual que sea el francés más conocido del mundo y uno de los más populares de Francia. Gracias a sus invenciones, su amor por el mar y un agudo sentido de los negocios, Jacques-Yves Costeau ha hecho que centenas de millones de personas descubrieran la colorista sinfonía de animales y plantas que pueblan el mundo del silencio a través de numerosas películas y libros. El hombre del gorro rojo también puso su notoriedad y su relación con los dirigentes de numerosos países al servicio de la ecología, para proteger la Tierra, los océanos y las especies vivas de las "locuras asesinas de nuestro tiempo".
Cousteau debe sus éxitos a una alquimia entre sus pasiones: los viajes, el mar y el cine. Nacido el 11 de junio de 1910 en Saint-André-de-Cubzac, cerca de Burdeos (en el suroeste de Francia), Jacques-Yves Cousteau descubre muy pronto los viajes gracias a su padre, abogado de un millonario americano que lleva a la familia a pasar un año en Nueva York cuando Jacques-Yves tiene diez años. Desde los trece años se apasiona por el cine amateur. En cuanto al mar, lo descubre primero en las calas de Marsella (Sur) donde se instala su familia, y luego en la Escuela Naval de Brest (Oeste) antes de surcar los océanos como oficial de marina en el Jeanne d'Arc, buque escuela de la Marina Nacional.
Tentado por la actividad aeronaval se ve obligado a renunciar al pilotaje tras un grave accidente de automóvil en 1936. Cuando surje la guerra, Cousteau se encuentra en la guarnición de Toulon. Ocupa su tiempo libre rodando con su cámara metida en un frasco, restos de barco y los magníficos fondos marinos de un mar Mediterráneo aún no contaminado.
En aquel entonces sólo se conocía para bucear las pesadas escafandras unidas por un tubo de aire a la superficie, demasiado complicado para Cousteau, que sueña con una escafandra autónoma. Un sueño que pronto se hace realidad, ya que en 1943 elabora con el ingeniero Emile Gagnan, inventor de un descompresor para vehículos de gasógeno, el equipo de respiración submarina basado en aire comprimido contenido en una botella. La patente del "Aqua-Lung" (en inglés, pulmón acuático), y los derechos de fabricación del aparato por parte de la empresa Aqualung, que sigue siendo hoy número uno del mercado de equipos de buceo, hacen la fortuna de los dos hombres.
A partir de entonces, Cousteau bucea y bucea con ayuda de su invento, filmando restos de la guerra para la Marina o restos arqueológicos por puro placer de arqueólogo aficionado. En 1947 alcanza la profundidad de 100 metros y se entusiasma por la oceanografía. La asombrosa capacidad que tiene de financiar sus proyectos se desvela cuando en 1950 lord Guinness, un mecenas inglés, compra para él un antiguo dragaminas británico. Transformado en navío oceanográfico, el Calypso se convertirá en protagonista de las aventuras del comandante Costeau sobre y bajo los mares.